R.P. Cristóforo Colombo  · Barnabita.

La vida de una persona, y menos la de un religioso, 
no puede se entendida en plenitud o ser encerrada en una fórmula,
 o en una visión,  se funden las cosas vistas con la no vistas, 
que son las más importantes y representan los impulsos del alma, 
las razones, las metas los ideales.  De éstos, que son el tejido 
fino de la personalidad, normalmente no se habla, y es complicado 
y hasta peligroso hacer una hilación.
      Pero no seremos nosotros los que olvidaremos la memoria del
padre Colombo, ni la ciudad de San Vicente de Tagua Tagua que ha 
pensado inmediatamente en perpetuar su recuerdo, dedicándole una 
de sus nuevas calles, que desde Diciembre de 1995 lleva el nombre 
de "Padre Cristóforo Colombo Serafín" -signo sin duda del 
reconocimiento y aprecio por el trabajo pastoral desarrollado por él 
durante los 36 años vividos en Chile, la mayoría de ellos en 
San Vicente-.
     
      Nació en Monza el 21 de Septiembre de 1922,  hijo de Alberto y 
María Serafín primogénito de otras dos hermanas. 
 A la edad de 7 años ya asistía al Oratorio de del Carrabiolo en 
Monza, donde se distinguió por su asistencia, bondad y piedad.  
A pesar de sentirse desde pequeño atraído por la vida religiosa,
 apenas terminada su enseñanza básica fue puesto por su padre
 (que era chofer), a trabajar.  Primero como aprendiz de decorador,
 luego como mecánico en un garage, y por último, como empleado en una
 rotisería.
     En 1938 pidió entrar a nuestra Congregación.  
Siendo poco aficionado a los estudios, deseaba ser recibido en ella 
como "hermano";  pero los Padres, que conocían bien sus cualidades, 
lo enviaron al Colegio del Sagrado Corazón, en Voghera, donde 
mientras era el encargado de los mediopupilos, 
Asistió a la enseñanza media, distinguiéndose por su aplicación, 
disciplina y esfuerzo.
     En 1942, es oficialmente aceptado por la congregación y enviado 
a Monza para hacer el noviciado, y al final de él profesó los votos 
religiosos en las manos del P. Provincial Angelo Mauri el 
8 de Septiembre de 1943.
     Muchas veces se le escuchó al P. Colombo hablar sobre la 
influencia ejercida sobre él mismo y muchos jóvenes más por el 
noviciado de su ciudad natal, además del  Oratorio del Carrobiolo 
con sus múltiples actividades.  No dejaba pasar la ocasión de "tirar
 la indirecta" a los superiores que habían cambiado la sede del 
noviciado, convencido de que la sola presencia de los novicios, 
representaba un imán, y un polo de atracción. 

  Sin duda el noviciado ha significado para él una parte importante
 de su vocación.  Eran los años de la guerra, difíciles y complicados, 
que han forjado también su espíritu de dedicación. 
 Para él y sus compañeros, es un referente permanente éste de dar el 
espacio decisivo al señor precisamente mientras el dolor azota a los 
hombres.  La guerra, entre tantas necesidades, deja de manifiesto que 
el hombre necesita de horizontes, de aliento, de fundamentos más 
sólidos para recomponer las laceraciones que se autoinflinge cuando
 pierde los vínculos con sus raíces, y presume caminar solo.  
  Paradojalmente a éstos jóvenes que estaban en formación durante 
este período tan angustioso la misma realidad tormentosa les imprimió
 un sello indeleble, de presencia divina a toda prueba.  
  Nuestra Provincia Chilena, ha sido y es beneficiada por el servicio 
admirable de varios de ellos.

  Terminado el año de noviciado fue enviado al estudiantado San Pablo 
en Florencia para los estudios superiores; desde allí en 1946 debe ir 
a Milán para la Propedéutica y en 1947 a Roma para la Teología.
  Regresó a Monza en el verano de 1948 por tres meses de preparación 
para la Profesión solemne, que emitió en manos del
 P. General Idelfonso Clérici el 8 de Septiembre; 
la tonsura el 20 de Diciembre de 1947 por monseñor Alfonso Carinci, 
en nuestra iglesia de San Carlos, en Roma; las dos primeras órdenes
 menores por monseñor Lucca Pasetto el 13 de Marzo de 1948 en 
Santa Inés de Agone, las otras dos órdenes menores el 22 de mayo por 
monseñor Carinci en San Carlos; el presbiteriado por monseñor 
Francisco Peretti en la Basílica de los Doce Apóstoles el 
Sábado Santo 8 de Abril de 1950, Año Santo.
 El año 1950/51 recibe la destinación a la comunidad de San Bernabé 
de Milán, donde se desempeña como Vice-Rector de nuestro Instituto 
Zaccaria, director espiritual del Instituto de ciegos y capellán de 
las religiosas de San Vicente.  En el Otoño de 1951 fue transferido
 a la comunidad de San Felipe en Como, encargándose del Oratorio del 
que guardaba -además de excelentesrecuerdos- muy buenos amigos; 
durante el año 1956/57 está de Director del oratorio de Voghera, 
y también como profesor de Religión en nuestro Colegio; entre 1957 
y 1959 es destinado a nuestra Comunidad San Antonio Maria Zaccaria 
de Galliano-Eupilio encargándose de Retiros Espirituales 
("ritiri minimi" los llama en su ficha personal), y de la Predicación
 y ayuda a los Párrocos cercanos; en 1959 concluye su trabajo 
apostólico en Italia..
En 1959 concluye su trabajo apostólico en Italia y viene a Chile 
(retratan su despreocupación por complicaciones improcedentes y su 
disponibilidad; la pregunta por la que se decidió a venir a este país
que ha sido escenario de la mayor parte de su vida sacerdotal; el 
hecho de que había vino, y buen vino, sin que le importara en lo más 
mínimo el vino, en definitiva).
En Chile, su primera destinación es San Vicente de Tagua Tagua, 
donde permanece entre los años 1959/60, cumpliendo funciones de 
Vicerrector y Capellán del Hospital; entre los años 1961/64, es 
destinado a la comunidad San José de La Serena como profesor de 
Religión, Artes Plásticas y Técnico-Manual, Matemáticas, Vicerrector
del Internado y Dirigente Scout.
Con las mismas misiones regresa a San Vicente en el año 1965, 
además de Capellán de las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia 
-a las que manifestó gran afecto y que se hacen ahora merecedoras de
nuestro profundo agradecimiento por el cuidado brindado al Padre 
hasta el último instante-, y asistencia espiritual ordinaria a 
diferentes comunidades de la zona; El Tambo, Rastrojos, Viña Vieja, 
Requegua, El Naranjal y Pueblo de Indios (donde hoy reposan sus restos
mortales).

El 29 de Abril de 1968, comienza a funcionar su obra más 
trascendente, y a la que dedicó una entrega y amor profundos 
desplegando en su servicio "su genio adaptable a una gran cantidad de 
actividades artísticas y plásticas"; el Grupo Scout San Jorge, uno de 
los más destacados de la Zona.

El solo recuento de sus varias actividades, explicita el generoso 
espíritu de de dedicación pero lo más valioso de una persona va más 
allá de sus actividades. Penetrar el espíritu de alguien no es fácil,
pero hay ingredientes y síntomas que nos permiten asomarnos al 
santuario íntimo de su conciencia, recogiendo un legado que no es 
posible dejar en el olvido.
Hay algunas "pasiones" del Padre Colombo que han sido un sello 
característico y que todos hemos conocido.

Destaca su apasionamiento por la verdad divina encarnada en el 
vivir de todos los días, el deseo de ofrecer a la juventud, 
-en el Colegio o en los Scouts-, ingredientes durables de una vida
simple (fidelidad a los compromisos y a las personas, búsqueda 
apasionada de la verdad que no siempre es transparente ni está a la 
vuelta de la esquina y que hay que escudriñar siempre de nuevo, 
capacidad para hacer las cosas bien, porque Dios para eso nos dio 
inteligencia y porque lo que hacemos no es para nosotros sino para el
otro; y el otro debe recibir lo mejor de nuestras propias capacidades
y habilidades)., la capacidad de distinguir lo esencial de lo 
superfluo; en definitiva, la convicción de que el valor y el peso de 
una vida, depende del encuentro con Dios, porque de El hemos salido y
a El estamos destinados.
Y no debemos olvidar su interés por la casa, la celosa 
preocupación por mantenerla limpia y acogedora; también el 
"conquistar por el estómago" a sus cohermanos y alumnos en sus
incursiones de verdadero experto en el arte de la cocina.
En estos elementos se resume probablemente la vida del 
P. Colombo, que como muchos cristianos en este país ha vivido la 
pasión del señor en tiempos no siempre fáciles. Cuando las heridas 
profundas han lacerado nuestra patria y su gente, se ha manifestado 
la característica más evidente del Padre Colombo: hablar con claridad.

Recordaba valores y pricipios pisoteados violentamente; lo hacía 
con coraje y sin calcular los riesgos. Bajo este aspecto y en la 
forma como vivía las cosa que asumía, nuestro Padre era la desmentida
personificación de aquella convicción o tentación que consume nuestras
vidas, es decir, el pensar que en la vida los entusiasmos son pocos 
y cortos.
Tenía el Padre Colombo "los defectos de sus virtudes", vale decir
esas actitudes rústicas que tienen sólo quienes desean entregarse 
sin límite y para quienes resultan incómodos y hasta culpables los
acomodos a los que nos hemos muchas veces acostumbrado los que hemos
fraguado el "celo por el señor".

En tus manos, Señor, encomendamos su espíritu.

(Artículo redactado por el Padre Giulio Pireddu en la revista 
"Barnabitti" y traducido con ocasión del primer aniversario del 
fallecimiento del Padre Cristóforo Colombo).

REACCIONES DE LA PRENSA

El Rancaguino: 11 de Diciembre de 1995 El Rancaguino: 12 de Diciembre de 1995.